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lunes, 9 de marzo de 2015

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA FISIOTERAPIA I

DEL ORIGEN AL SIGLO XV


El hombre siente una inclinación irresistible a preguntarse por sus orígenes. Todos tenemos la necesidad de explicar la procedencia de nuestra profesión, de nuestra ideología. De igual modo, la Fisioterapia necesita conocer sus orígenes, despejar esa cuestión para saber hacia dónde debe encaminar sus pasos. La palabra Fisioterapia proviene de la unión de las voces griegas Phycis que significa Naturaleza y therapehia que significa tratamiento. Esto quiere decir que etimológicamente la Fisioterapia es “El tratamiento por la naturaleza” aunque hoy en día se reconoce más como el “Tratamiento por Agentes Físicos”. La búsqueda de las raíces de la Fisioterapia, nos remiten a la más lejana antigüedad, donde el hombre primitivo, guiado por el empirismo, realizaba ejercicios corporales como preparación para la caza y luchas tribales. Por otro lado, existen numerosos antecedentes del uso de agentes físicos con fines terapéuticos y ya, desde el hombre primitivo encontramos referencias a tratamientos basados en agentes físicos para combatir la enfermedad y debido a la concepción de la misma. Aunque no existe ningún documento escrito, no resulta difícil imaginar al hombre primitivo reaccionando de forma casi instintiva con actuaciones como el frotamiento enérgico de una zona dolorida o la aplicación de formas de calor o frío que la naturaleza ponía a su alcance. Los primeros testimonios escritos de la medicina física aparecen en China y datan de más de dos mil años antes de la era cristiana. El Kong- Fou (año 2700 a.C.), practicado por los bonzos del Tao Tse, es el escrito más antiguo conocido acerca del ejercicio terapéutico y el masaje. Está basado en una serie de posiciones y movimientos prescritos por los sacerdotes para aliviar diferentes dolencias, bajo una concepción mágicoreligiosa.


De igual forma, la terapéutica médica hindú fundamentalmente mágica, recurre también a la práctica de masajes y ejercicios. A los poderes saludables del aire, el agua y el sol. Las grandes civilizaciones precolombinas utilizaban como terapéutica los medios físicos según relatan los cronistas especializados. También, los asirios-babilonios aplicaban estos medios especialmente el baño, el calor y el masaje terapéutico como se desprende de las tabletas mesopotámicas. En la antigua Mesopotamia, la casta Sacerdotal “Asu” era la encargada de realizar el tratamiento mediante agentes físicos y también mediante Fitoterapia. A su vez en el Antiguo Egipto esta función recaía en los sanadores laicos llamados “Sinu” y era también el masaje terapéutico uno de los procedimientos más aplicados, como se observa en las escenas de las tumbas de Saqqarah, si bien el tratamiento de los miembros anquilosados es uno de sus objetivos como se refleja en el papiro de Ramesseum.


En la Antigua India, el masaje es importante pero se presta especial atención a los ejercicios respiratorios y facilitadores de la circulación. En la Antigua China destaca las recomendaciones atribuidas al emperador chino Hoang Ti. Estas consistían en ejercicios respiratorios, masaje y ejercicios de manos y pies. En la América Precolombina, los aztecas desarrollaron métodos terapéuticos en el agua, por medio de “baños de vapor” llamados temazcalli y los mayas realizaban “baños de sudor” denominados zumpulche.


El Mundo Griego, durante el periodo arcaico, el tratamiento de las enfermedades continuaba siendo una forma de purificación religiosa, dentro de una concepción tradicional de la enfermedad como mancha o impureza. Hacia el año 900 a.C. se comienza a erigir múltiples asklepias, templos dedicados a Asclepio, gran divinidad sanadora. Estos templos solían erigirse en lugares especiales, en las proximidades de manantiales, donde estaba el santuario; a su alrededor se disponían las demás instalaciones, compuestas de gimnasio, teatros, baños, jardines y lugares para la estancia, reposo y tratamiento de los pacientes. Los médicos griegos, imbuidos aún por el gran contenido espiritual de la curación, enviaban a estos templos a aquellos enfermos en los que habían fallado otros tratamientos. Las medidas terapéuticas, basadas en el ejercicio físico, la hidroterapia y el masaje, no solo eran utilizadas en forma higiénica o purificadora, sino también como preparación para las competiciones atléticas. En la Antigüedad Clásica, se transforma el saber empírico amalgamado con componentes mágicos, en un saber técnico fundamentado en el conocimiento científico. Se puede afirmar que un punto de referencia importante para el desarrollo de la Fisioterapia, lo constituye el florecimiento de la cultura Helénica. Y es aquí, donde muchos concuerdan, surgen los padres de la Fisioterapia. Hombres como Hipócrates, Merodio y Aristóteles entre otros, sin duda ponen las piedras fundamentales de la profesión. A partir del siglo V a.C., por influencia de las ideas naturalistas de los filósofos presocráticos, la práctica médica se entenderá como un saber natural, dentro de la idea de physis o naturaleza, que se extendió entre los hombres cultos de Grecia. Encontramos en Grecia un enfoque más racional para entender la salud, la enfermedad y el tratamiento, dejando a un lado el empirismo en el que se había basado hasta entonces, todo acto terapéutico. En la Grecia Clásica destacan los ejercicios corporales, adquiriendo las competiciones atléticas una importancia extraordinaria. Durante la segunda mitad del siglo V a.C. y la primera del siglo IV a.C., destaca la figura de Hipócrates de Cos (460 – 380 a.C.) Su concepción de la terapéutica se basaba en el empleo de medios físicos, higiénicos y dietéticos (diaetia). De esta forma, el ejercicio físico, la gimnasia, el masaje (anatripsis) y una correcta alimentación eran medios adecuados para mantener y desarrollar la condición saludable del hombre. Solo un género de vida natural podía contribuir a perfeccionar las condiciones humanas, tanto físicas como morales, lo que constituye el fundamento de la llamada “Medicina Hipocrática”. Hipócrates, además de los ejercicios, recomendaba el empleo de agua fría en forma de baños de mar o agua dulce o bien baños de vapor, compresas húmedas calientes y aplicaciones de fango. Asimismo, su amplio conocimiento del masaje le permitió aplicarlo con éxito para el drenaje venoso.


En los escritos del Corpus Hipocraticum destaca la importancia del ambiente físico, el clima, el sol y el agua, tanto en la salud como en la enfermedad, y se recomienda el uso del agua fría frente a los dolores articulares de gota y las contracturas musculares, así como los baños marinos en el tratamiento de eccemas y de cualquier herida no infectada. La palabra ejercicio aparece a menudo, si bien en su mayor parte referida al aspecto higiénico. En el libro “Acerca de las articulaciones”, se demuestra una profunda percepción de las relaciones entre los movimientos y los músculos. Se enumeran pautas frente a la debilidad muscular y para la mejora de las desavenencias mentales, se recomiendan los paseos rápidos y frecuentes, y se advierte sobre los efectos negativos de los ejercicios extenuantes22. La filosofía terapéutica de Hipócrates, era la de impulsar las fuerzas de autocuración del cuerpo e incorporaba al “Movimiento como Agente Terapéutico”, además de desarrollar métodos gimnásticos para fortalecer las extremidades superiores e inferiores y prepararlas para la caza, el deporte y la guerra. Estos últimos métodos fueron luego perfeccionados por Merodio en su tratado “Ars Gimnástica”. A su vez, Aristóteles también realizaba diversos estudios en el campo del  movimiento del cuerpo del hombre y muy específicamente la marcha humana. Asimismo, realiza experiencias en el campo de la electroterapia mediante descargas eléctricas del pez torpedo, utilizándolo para los ataques de gota.

El Mundo Romano, toda la herencia terapéutica del mundo Helénico, fue posteriormente perfeccionada en la Roma Clásica. Galeno muestra un especial interés por el carácter higiénico de los ejercicios. Si bien, como reflejan los restos arquitectónicos termales, fue la hidroterapia en los baños romanos lo que destaca en esta época, siendo conocido el proceso de curación del Emperador Octavio César Augusto por procedimientos hidroterapéuticos. También el masaje, especialmente las técnicas de percusión, es un ritual en la sociedad romana, aunque en el caso de los gladiadores y luchadores romanos priorizan la masoterapia por fricción. La práctica gimnástica tardó en incorporarse a la civilización romana, por considerarse como una de las causas de la decadencia de Grecia, pero terminó siendo aceptada por las masas y reconociéndose el valor beneficioso del ejercicio moderado. Entre los métodos gimnásticos de la época se incluyeron el hidromasaje, los estiramientos y los movimientos asistidos con pesos y poleas. Posteriormente, con el cristianismo comenzaría la decadencia de la gimnasia, hasta que el emperador Teodosio pusiera fin definitivamente a las prácticas gimnásticas populares, suprimiendo los juegos Olímpicos en el año 394 de nuestra era. En los primeros años de la era romana, se practicaba principalmente una medicina empírica, cuya medida terapéutica era casi exclusivamente medicamentosa. Frente a esta, destacan Asclepiades (siglo I a.C.) y Temisón, creadores de la escuela metódica, la cual rechaza el empleo de medicamentos y propone la dieta, el masaje, la hidroterapia y los ejercicios físicos, aunque lejos de la idea de la capacidad sanadora natural, de la que hablaba Hipócrates de Cos. Con la incorporación del pensamiento griego a la civilización romana, se intentó llevar el sentido común a la praxis médica, rechazándose tanto los excesos de los empíricos como los de los metódicos. Retomando las pautas Hipocráticas, se vuelve a introducir la dieta, la hidroterapia y el ejercicio físico, para establecer razonablemente las indicaciones y el modo de acción de esta terapéutica. En los escritos de Galeno (129 – 210 d.C.), médico de origen griego al servicio de Marco Aurelio, cuya obra trascendió hasta la Edad Media, se encuentran clasificaciones de los ejercicios y el masaje según su vigor, duración y frecuencia, así como descripciones del empleo de aparatos diversos y de la parte del cuerpo que interviene al utilizarlos. El sentido utilitario de los romanos se puso pronto de manifiesto en su devoción por la higiene, tanto individual como pública. Se difundió el empleo del agua como práctica social, higiénica y curativa. 


Los romanos llegaron a superar a los griegos en sus prácticas crenoterápicas. Los baños comunitarios existían desde tiempos de Catón, hacía en 200 a.C., pero los grandes establecimientos termales, que aún en la actualidad continúan en vigencia en muchos países, proceden de la época imperial. Las termas de Caracalla y de Diocleciano contaban con estanques de paredes de mármol, capaces de albergar entre 1600 y 3000 bañistas respectivamente, durante las cinco horas que duraba la jornada diaria. Aunque sin alcanzar el esplendor de las termas de Roma, la dominación romana en España legó múltiples instalaciones termales, como las de Alenge y Montemayor en Extremadura, Ledesma en Castilla, Caldes de Malavella y Caldes de Montbui en Cataluña, Alhama en Aragón, Archena en Murcia, Alhama de Granada y Santiponci en Andalucía. También tuvieron gran importancia los baños marítimos. Los romanos utilizaban el sol, el aire y el mar, y aprovechaban el clima para el  tratamiento de múltiples procesos. La talasoterapia, por tanto, fue una auténtica realidad en aquel tiempo. A pesar de la división del Imperio Romano, la tradición hipocráticogalénica se mantuvo en la medicina Bizantina (Siglos IV al VII). El médico romano Celio Aureliano (Siglo V d.C.), ardiente defensor de la luz solar como agente curativo (helioterapia), enunció algunos conceptos muy parecidos a los modernos acerca del tratamiento físico, incluyendo la hidrogimnasia, la suspensionterapia y la poleoterapia. En la época Justiniano destaca Alejandro de Tralles, que continuó la doctrina de la fuerza sanadora de la naturaleza, concediendo especial importancia al régimen de vida para mantener la salud y prevenir las enfermedades. Empleó las curas climáticas y la hidroterapia, y se opuso al abuso de fármacos y a las curas drásticas.


En la Edad Media se produce un “impasse” evolutivo en la Fisioterapia. Después de la caída del Imperio Romano, el cristianismo reaccionó ante los espectáculos gimnásticos, abandonando la práctica de ejercicios físicos. La medicina estaba prácticamente en manos de los monjes. El cuidado del alma tenía predilección sobre el cuidado del cuerpo. En esta época tan solo persistió la terapia farmacológica, y la hidroterapia, mientras en ejercicio físico era practicado exclusivamente por la nobleza y los primados eclesiásticos, como diversión o para prepararse para la caza y la lucha. Los árabes, en cambio, mantuvieron viva la medicina griega y romana por medio de traducciones sirias y hebreas. Destacan las figuras de Avicena (980-1037), fiel seguidor de la medicina galénica y Albucasis (936 – 1013), que escribió un tratado de 30 tomos en los que recoge el saber médico del momento. Durante esta época, vuelve a valorarse la práctica de ejercicios físicos y la balneoterapia, y se crean las casas de baños, lugares donde tras las aplicaciones hidroterápicas, se podían recibir fricciones con lodos y tierras, así como diversas atenciones médicas. Los baños árabes, fomentados por los soberanos, se convirtieron en un factor cultural y social de primer orden. Se tiene conocimiento de que, a mediados del siglo X, la ciudad de Córdoba poseía más de tres mil baños públicos o hammams.


Desgraciadamente, este resurgir de la ciencia médica propiciado por los árabes quedó interrumpido cuando la peste negra irrumpió en España. En esta época existen los llamados cirujanos – barberos y los sanitario-botánicos para la atención de las personas, los cuales conviven hasta que en 1215, una ley que es aprobada en varios países europeos, prohíbe la práctica de la cirugía a los médicos. Así, los médicos que principalmente utilizaban la botánica y tenían acceso a la universidad son considerados como los sanadores de las clases altas e influyentes y los cirujanos-barberos sin formación universitaria, atendían a las clases más humildes. Un importante grupo de estos cirujanos evolucionará con el tiempo hasta desarrollar la cirugía actual, la cual muchos siglos después vuelve a integrarse con la Medicina. Sin embargo, otro grupo de esos primeros cirujanos-barberos se inclinaron por los agentes físicos con fines terapéuticos, manteniendo la tradición en la Edad Media. Así podemos afirmar que cirujanos y fisioterapeutas tienen históricamente un tronco común.

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